El ángel
Cada atardecer
espera el ángel
caer las sombras,
sentado en la cornisa
quieto, callado.
Tiemblan sus alas
de celeste emoción
ante el último rayo de sol
y se despliegan
imponentes, absolutas.
Se incorpora
y poco a poco
toda la luz
se queda
solo en él.
En la penumbra
lo veo brillar,
blanco,
incandescente,
puro.
Me pregunto
si solo yo lo veo,
o si ni siquiera yo
y es pura ilusión
que me domina.
Las respuestas
que no llegan
no me importan,
sin la magia
yo no concibo mis días.
Así cada tarde
el ángel me ilumina
y con sus alas translúcidas,
indescriptiblente etéreas,
me protege.
espera el ángel
caer las sombras,
sentado en la cornisa
quieto, callado.
Tiemblan sus alas
de celeste emoción
ante el último rayo de sol
y se despliegan
imponentes, absolutas.
Se incorpora
y poco a poco
toda la luz
se queda
solo en él.
En la penumbra
lo veo brillar,
blanco,
incandescente,
puro.
Me pregunto
si solo yo lo veo,
o si ni siquiera yo
y es pura ilusión
que me domina.
Las respuestas
que no llegan
no me importan,
sin la magia
yo no concibo mis días.
Así cada tarde
el ángel me ilumina
y con sus alas translúcidas,
indescriptiblente etéreas,
me protege.
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